Nuestra capa de protección

Imagínate que estás de pie en el centro de un gran círculo dividido en tres anillos: un anillo exterior, uno medio y otro interior. Esos círculos radian desde ti hacia fuera. Al anillo exterior le llamaremos capa de protección: este es el hogar del adulto compensado. El segundo anillo es la capa de los sentimientos  y la vulnerabilidad, el hogar del niño vulnerable. Finalmente, el centro es el núcleo del ser esencial y el hogar del testigo. En su forma más elevada constituye un estado de armonía con nosotros mismos y con la vida, es un estado de unión con la existencia.

En este artículo te hablaré de la capa de protección.

La mayor parte del tiempo vivimos en la capa exterior, en la capa de protección. Este es un estado de control donde estamos protegidos ( hasta cierto punto) de nuestros miedos, y muy raramente somos conscientes de que nos encontramos allí o del por qué nos encontramos allí. Se nos ha hecho familiar y vivimos allí no por elección, sino de forma inconsciente. A menos que realicemos un trabajo interior, podemos fácilmente pasar allí la vida entera. La mayor parte de la gente lo hace.

Vivir en una capa de protección es algo seguro, conocido y sin peligro, pero es algo vacío y eventualmente de una forma u otra, la vida empieza  a indicarnos que algo va mal.

El propósito de esta capa es proteger nuestra vulnerabilidad. Es un escudo que hemos creado para bloquear las energías dolorosas y evitar que nos hagan daño, y es la forma  en que hemos sido capaces de mantener cierto control sobre esas energías que nos acechan. Nuestra capa de protección intenta evitar que sintamos miedo o dolor.

Una de las formas más comunes de proteger nuestra vulnerabilidad es adoptando un rol, una imagen propia.

Desempeñamos cualquier papel para poder escondernos: los papeles de poderoso, víctima, sexy, buen samaritano, espiritual, encantador ,deportista, inteligente, divertido. Podemos escondernos detrás de cualquier cosa que refuerce nuestro ego.

Para nuestra mente es impensable imaginar una relación sin una imagen propia de la que poder depender. Sin ella nos volvemos extremadamente vulnerables, perdemos el cobijo para nuestros miedos y estos quedan así al descubierto.

Desgraciadamente hemos llegado a sentirnos tan identificados y apegados a nuestra protección que, inconscientemente, se ha convertido en nuestra forma de vida. No es algo de lo que podamos salir de forma voluntaria.

Hemos formado esta protección a tan temprana edad y de forma tan inconsciente que se han convertido en una costumbre. Mantenemos fuera todas las energías de forma indiscriminada, quedando así aislados y desnutridos de recibir verdadero amor. Además, nuestro escudo protector también mantiene nuestra energía encerrada dentro, desconectándonos  de nuestros sentimientos y del libre flujo de nuestras energías vitales y creativas.

 

LA PROTECCIÓN LLAMA A LA PROTECCIÓN

Los conflictos que tenemos con otras personas se producen casi siempre cuando dos capas de protección chocan entre sí. A menudo nos rechazan porque nuestro acercamiento a la otra persona se produce desde el estado de protección en lugar del de vulnerabilidad. Nosotros pensamos que estamos abiertos y dispuestos pero, en realidad, estamos situados en nuestra protección, esperando que el otro se abra antes que nosotros, y luego nos indignamos cuando no obtenemos lo que queremos.

Intentamos encontrarnos el uno al otro en el corazón, pero si nos encontramos en nuestra capa exterior no es posible abrirse. Mientras queramos influir en la otra persona de cualquier forma o cambiarla, estamos en la capa de protección, no en la de vulnerabilidad, y esto incluye tener expectativas, querer herir a la otra persona, intentas controlarla, manipularla, culparla, decir algo sarcástico, cortarla o juzgarla. Cada vez que empleamos esta energía estamos atacando y este ataque proviene de la capa de protección.

No es fácil observar nuestras formas de protección, pues tenemos tendencia a estar a la defensiva al respecto. Trata la capa de protección sin enjuiciarla, ni intentar cambiarla, simplemente hazte consciente de ella para aceptarla y para darnos cuenta de cómo y por qué se ha formado.

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